lunes, 19 de noviembre de 2018

Carta a la depresión que me agobia.


     Hola, cómo estás mi querida e inseparable amiga, hoy he decidido escribirte, porque siento que así estoy más cerca de ti, pero con la seguridad de que no me puedes hacer daño. He de reconocer que sufro más; cuando estás a mi lado mientras yo guardo silencio escuchando música triste, viendo videos de decepciones amorosas, publicando en mi Instagram imágenes con frases motivacionales, tratando de sacar de mi mente a todas esas personas que solo me hacen daño, y aquellas que no encuentran nada más que solo defectos, y también tratando de sacar a aquellas personas que realmente me apoyan y creen en mí, solo por el hecho de que tengo miedo que en cualquier momento se alejen, y dejen un vacío en el lugar que les guardo dentro de mi corazón.

     He visto las noticias y leído al respecto acerca de todos los estragos que causas, graves, por cierto, has matado a grandes músicos. Quiero que sepas que muero de pena el estar escribiéndote esto, porque todos los que me conocen se preocuparían, he preferido ser reservado, por el agobio que me causa la no aceptación de mi problema contigo. Podría decir que te odio, pero creo que tu te engrandeces más con los sentimientos negativos. Y el motivo de que hoy esté escribiendo, es para que sepas que he cambiado de parecer, haré caso al dicho que dice: sino puedes con el enemigo, únetele. Estoy seguro que terminaré enamorándome de ti, porque cuando tú estás a mi lado, traes contigo algo indescriptible que me ayuda a mejorar aspectos que antes consideraba imposibles para mí, solo por mencionar alguno, te puedo decir, que las letras me fluyen más de lo normal, y si quiero les puedo dar un ritmo (o quien sabe como se le llame realmente, rima, me parece) y eso a las demás personas le agrada. Y ya que te mencioné uno, déjame mencionarte el otro que considero más importante; hace unos meses cuando estábamos juntos, lo que hacía para solapar ese sentimiento de presión en el pecho, era consumir alcohol, y en efecto, me sentía mejor, pero cuando la sensación se pasaba, esa presión regresaba con una fuerza al doble. Hoy, no me llama la atención ese hábito negativo, sí, lo hago, muy poco, estoy a nada. Uf, ya me cansé de tanto exponer lo que me has provocado. 



     Para concluir está monumental confesión quiero darte las gracias, por todo lo bueno que has hecho por mí. Nunca voy a olvidar esa sensación dominguera por las tardes cuando todo se torna silencioso, y todos se alejan, cada uno de vuelta a su mundo. Y digo esto porque tenemos una vida tan rutinizada. Como escribió el señor Erich Fromm [1]: Desde el nacimiento hasta la muerte, de lunes a lunes, de la mañana a la noche: todas las actividades están rutinizadas y prefabricadas. Si queremos darnos cuenta de cuán jodido está el mundo, solo centrémonos en el hecho de que todos esperan a que llegue el viernes; para poder ser felices, convivir con la familia, los amigos, leer un buen libro, hacer la tarea, hacer ejercicio. Recalquemos que la mayor parte de las actividades mencionadas, son consideradas positivas, no obstante, todos (me incluyo) hacemos lo contrario; ingerimos alcohol, olvidamos a la familia, al perro, nos quedamos sin dinero, y solo ansiamos que se llegue el lunes para poder distraernos de la pesadumbre que no es tener dinero. Uf, es muy reconfortante que aparezcas siempre en esos momentos, mi querida amiga.

     También, tu visita es inminente cuando perdemos a un ser querido, indescriptible, no sabes si es presión en el pecho, ganas de dormir, de embriagarse, de salir corriendo, de gritar, porque sabes que eso no solucionará nada, te admiro, porque creo mucho en la reflexión que dice que solo los verdaderos amigos están en las buenas y malas situaciones, y tú siempre estás presente, así estemos celebrando algún éxito o estemos en pleno corte de relación con la novia. Hago un paréntesis para pedirte que nunca te alejes de mí, me estás blindando de mucha fuerza, al principio me afectaba, pero hoy prefiero aceptarte, tal como eres, y aprovecharé de todas tus enseñanzas, les sacaré provecho, lo que para muchos es basura para otros es un gran tesoro; me basaré de estas palabras y las aplicaré en ti. Espero esto me sirva en la escuela, o en el trabajo (nótese el sarcasmo). Pero como te seguía diciendo; cómo olvidar esa sensación cuando estás enamorado perdidamente de alguna persona, y de repente, esa persona decide irse con un tercero, es muy raro el amor (tal vez escriba algo al respecto, con tu ayuda), nunca se sabe lo que se tiene hasta que lo perdemos, y digo esto porque cuando aquella persona se da cuenta de que puedes ser feliz tú solo, quiere volver de inmediato.

     Dejémonos de recuerdos. Pasaré a culminar esta carta. Pero antes que me despida; déjame escribir algo lindo para ti, en muestra de mi agradecimiento.

Querida amiga
Se llega la tarde, el clima se torna frío,
Querida amiga, te necesito conmigo,
Sin ti, amiga, siento que no sigo,
Confío me sacarás de este lío.

Necesito de esa presión en el pecho,
Mira, lo que escribo tiene rima,
Las palabras se tornan divinas,
Estás conmigo, es un hecho.
 

     Nota: Dejé de escribir, porque te logré ahuyentar, y te llevaste la inspiración, mejor buscaré a mi musa, le escribiré a ella, tal vez lo valore mejor que tú.  Pero cuando vuelvas esta carta estará disponible, y comenzaré de nuevo a agradecerte, tal vez escriba otra, o tal vez llore, todo puede pasar.

Con cariño: un joven agobiado <3

Referencia: [1] Libro: El arte de amar, Erich Fromm, pág. 27



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